Blogia

LOS DULCES VERANOS DEL JOVEN CONDE DE CEBALLOS

LA LATA VACÍA

Está allí, justo al lado de la abstracta carátula de la revista cultural. ¿Es verdad el franquismo del gran masturbador o sólo es una pilatuna más del excéntrico mosquetero? La lata sigue allí, no se mueve, está doblada un poco hacia adelante, parece un muchacho adolorido por horribles retortijones estomacales.  ¿Algún idiota futbolista le daría un golpe en el abdomen?   Hay un cuervo pendenciero posado sobre una nube de polvo emergente por la caravana de toxicómanos sin hogar. El blasón con extendidas alas de murciélago, amalgama quiróptera del poder, es el referente asiduo de los desconsolados. La lata está vacía, hueca, sus entrañas han sido bebidas por una sed de Gobi. Latigazos de saliva se consumen en su orificio o conducto de espesa gaseosa. El vacío de la esfera oblicua es un anodino facsímil del diseño de un druida venido a menos. El fabricante tuvo que ser un genio ermitaño, un avaro ingeniero, un disciplinado inventor que pasó los nocturnos sábados haciendo experimentos anticonstitucionales y ateos de siluetas de latas, con auges sensuales.  En la exposición de El Ferrol -no el del generalísimo-, más bien el otro, un Ferrol sin mar ni puerto, que está en la montaña cerca de la ciudad que buscaban los Conquistadores, el del santísimo; allí vi, accidentalmente, varias pinturas anónimas que representaban ausentes siluetas, figuras fantasmagóricas de lata, al parecer vacías.  La lata está incólume, rígida, se siente idolatrada por los ojos del reciclador. Ella tiene los colores del arco iris y el rostro de las teorías de Einstein. No tiene tacto, no tiene olfato, no tiene pupilas que le permitan ver una aguja. Pero alcanza a percibir cualquier movimiento, desde la hoja que cae del árbol otoñal hasta el alza de Microsft. La lata oculta y encierra la inmensidad de la inexistencia. Dentro de ella las distancias son nada. Es un paraíso del Edén contenido en la lámpara mágica sin genio, sin hacedor de milagros. La lata no se comunica, no musita ni siquiera una queja, inmutable y silenciosa no concede a sus fieles ración de comida ni atención.  La lata es orgullosa, desafiante. Su aire de reina del vacío contiene la idea de la filosofía existencialista; no hay nada que no pueda contener pero no lo contiene todo. El todo es la antítesis de la nada y ambos tienen una madre en común, la idea.  Una idea no es nada y lo es todo, y justo en medio de ellos está un vacío enorme, que está constituido tanto de la nada como del todo. En esencia no son lo mismo, pero se complementan. ¿Y en qué se complementan? Pues en nada, por eso la nada es más importante que el todo.  

La lata, por tanto, es Dios. 

¿Balconoide? - ¿Has visto a Daniel? Se ha comido una manzana y ahora ya se cree Popeye...- Es peor, ¿has visto a David? Se ha comido un girasol..., y ahora parece una noche estrellada. Dicen por ahí que pierde aceite, y parece que se come cualquier porquería.-  ¿Y habéis visto a Diego? Dicen que se ha comido a la hermana.. a la hermanita de la mascota de Daniel..., la coneja aquella... Sí, sí, sí 

(El relato anterior pertenece al libro Hotel Letters)

ESPEJITO, ESPEJITO

Hoy en el tren alguien habló de Jorge, de Jorge Piedrahíta.

Todos callaron, y entonces, un  individuo habló sobre mis poemas

e hizo tremendas afirmaciones sobre las escandalosas frases que profieren todos mis versos.  

Me sentí como un borracho, como un ingrato padre que siempre

vuelve a casa ebrio y da lo peor de sí a sus pequeños e inocentes hijos.  

Pero reflexioné, “¡éste no es mi caso!”, dije al fin,  

mis palabras no son inocentes, y de todo lo que se les acuse es verdad,

son culpables hasta de aquello que sólo insinúan o que ni siquiera han dicho.  

Sí, son escandalosas mis frases, ¿y qué?

Mi vida es libertina, hago lo que se me antoja y mi arte rinde culto a la maniobra,

me gusta convertir el circo de la vida en mi prostíbulo,

me gusta acariciar el vicio con mi sombra.

Soy culpable también de todo:

¡soy un culpable muy feliz,                        

que de ningún verso se arrepiente! 

Madrid, abril de 2003

 (Del poemario inédito Rougeole)

IGUANAS

Nunca pensé que podrían llover iguanas

Nunca imaginé verlas atolondradas en el suelo,

por la caída,pero sucedió.

Vi a las iguanas inundando mi patio

Estaban muy contentas cuando se les hubo pasado el mareo,

me miraban con sus ojitos apagados

Dando grititos de emoción.

Yo encendí antorchas y bailé a su alrededor

Feliz porque siempre había soñado

Con ser el amo de una manada de iguanas

Iguanas azuladas,iguanas verdosas,

Iguanas casi incoloras o grisáceas

Iguanas con rostros de niños y de viejas

Iguanas con aristas puntiagudas. 

Chispitas de colores y fuegos artificiales

Para saludar a mis iguanas,hijas adoptivas

Para menguar mi hastío

Enfermeras que cuidarán de mí,

Perpetuas y sensatas novias

enemigas de mi angustia.

(Del poemario inédito Adversos)

LA NOITE

¿Dónde estaré cuando sea viejo, qué estaré haciendo...?

-Me pregunto eso cada noche-,

Y la habitación muda permanece 

¿Qué voy a escribir cuando las manos se me tuerzan ante el agua?

¿Qué voy a hacer cuando ya no pueda ni enamorarme? 

¿Qué va ser de mí cuando ya esté viejo y no tenga, al menos,

El consuelo de morirme... 

Qué voy a hacer yo cuando ya lo haya dicho todo

Cuando la poesía me abandone por completo?

(Del poemario inédito Adversos)

EL PASEO EN LIÉTOR

Yo besé tus labios, los besé, muchas veces

Todavía puedo acordarme de su sabor

Recuerdo que te quitaba las gafas

Antes de besarte

Para ver en tus ojos verdes

El efecto de mis besos. 

También recuerdo que,

Algunas veces,

te besaba las cejas

Recorría tus párpados

Con mis labios, temblorosos... 

Yo te besé muchas veces

Aún me acuerdo de aquello

Pero también me acuerdo,

Que un día me dejaste

Tembloroso y enamorado

Con mis besos, acumulados.

(Del poemario inédito Adversos)

HABÍAMOS PEDIDO

Habíamos pedido licor y se nos trajo vino...

Habíamos pedido mujeres y se nos dieron trapos

Habíamos pedido riquezas y tuvimos

que conformarnos con trabajos rutinarios y sucios,

Habíamos pedido amor y en cambio recibimos cientos de culpas.

Habíamos pedido tantas cosas y, a pesar de ello,

se nos dieron demasiadas.

Nos equivocamos al pedir,

Hubiese sido más sabio no pedir nada,

Para recibir poco y bueno.

(Del poemario inédito Adversos)

NOCHE BUENA

Villancicos y panderetas en la casa,

Humea la chimenea hasta las doce,

Lagrimea el espejo por el frío y la nieve,

Y los pastorcillos cantan a las ovejas. 

Cena y discos anticuados en Navidad,

Los abuelos se divierten tanto como los chiquillos,

Abrasa el horno un apetitoso olor,

Salen ya los mayores a la fiesta callejera. 

Villancicos y oraciones en las casas pobres,

Linternas y juegos en las casas de los ricos,

Regocijo y esperanza en el corazón de todos.

EN LA SEDIENTA MANCHA

En la sedienta Mancha, en la que todos sueñan desquijotadamente con la utopía del urbanismo, y las solariegas casas de pueblos y vecindades se ven arrojadas a la ruina por una sistemática reutilización del suelo. En la sedienta Mancha, en la que los vecinos se jactan de poderoso brío terruñista y se mira con desdén a ese norte siempre europeo, como si reivindicar el pueblo fuera consigna de sabios y no de primitivos caverneros. En la sedienta Mancha, donde los toros ensangrentados expiran diariamente bajo las crueles espadas de hombres ataviados de brillantes lentejuelas y bajo la mirada atenta de una prole ensimismada por el circo. En la sedienta Mancha que temía arrancar sus hojas de vino, amenazada siempre por un abandono más que desnaturalizado. En esta lejana Mancha famosa en el mundo por sus molinos hoy casi desaparecidos y por sus epopeyas, hoy meras historias y leyendas viejas. En esta Mancha sin mar o con mar sediento, enfebrecida por la constante sed y por la sal seca del desértico polvo, enlagunada en sí misma por pretensiones más solemnes. Esta Mancha enmohecida por el caluroso viento, entorpecida por años de propio destierro, también enmudecida, sorda y huérfana. En esta sedienta Mancha donde los poetas mueren por la dureza de un pálpito distante y los juglares triunfan llenando páginas enteras de su alocada concepción de la poética (bárbara miopía). En esta Mancha perversa de formas e inusitadas letras donde el más fiero teme por su soledad, y en la que castillos otrora gruesas fortalezas, lentamente se derrumban como los más juveniles sueños de los precoces ruiseñores, o de los pimpollos hermosísimos. ¿Qué esperanza alberga el corazón marchito en estas cieguísimas tierras donde fútbol, toros, vírgenes enyesadas y turbios vates exáforan sus gargantas hasta hincharnos de sordera? ¿Cómo puede conjurarse aquí la dignidad del hombre sin menoscabar el siempre beneficioso aislamiento del artista dedicado? ¿Son estás -las de hoy-, Quijote, tus verdaderas tierras? ¿O yaciste en ellas sólo de manera transitoria, y como los grandes emigrantes fuiste lejos antes de consumirte en su sed siempre tan exigente? Mientras te bebo, oh elixir de la Libertad, mientras saboreo tu bouquet de aromática independencia y me veo volando hacia esos lares distantes y pluviosos con los pies todavía aquí enterrados en la arena, también pienso en la vocación de tuareg, de hombre a caballo, o de dama perdida que se deja agonizar por el delirio de oblicua necedad. ¿Qué es de los hombres malvados y sin corazón que sacrifican a su ego y diversión a los seres más indefensos? ¿Qué es de nosotros, los que a sí mismos nos llamamos poetas, y sin embargo vivimos comúnmente, sin meditar con tenacidad sobre la torpeza de los actos más sencillos, y la cercanía de la vejez, que por ende lo impide todo? ¡Oh dioses y ninfas, no permitáis nuestro aburrimiento o desidia; dejamos en vuestras manos el castigo, el consuelo que jamás ha de invadirnos, y la muerte en mejores condiciones que la de los pobrecillos toros! Mar adentro, mar adentro, en la mancha mueres sediento, Mar adentro, mar adentro, ¿el hielo secará nuestros huesos…?