ESPEJITO, ESPEJITO
Hoy en el tren alguien habló de Jorge, de Jorge Piedrahíta.
Todos callaron, y entonces, un individuo habló sobre mis poemas
e hizo tremendas afirmaciones sobre las escandalosas frases que profieren todos mis versos.
Me sentí como un borracho, como un ingrato padre que siempre
vuelve a casa ebrio y da lo peor de sí a sus pequeños e inocentes hijos.
Pero reflexioné, “¡éste no es mi caso!”, dije al fin,
mis palabras no son inocentes, y de todo lo que se les acuse es verdad,
son culpables hasta de aquello que sólo insinúan o que ni siquiera han dicho.
Sí, son escandalosas mis frases, ¿y qué?
Mi vida es libertina, hago lo que se me antoja y mi arte rinde culto a la maniobra,
me gusta convertir el circo de la vida en mi prostíbulo,
me gusta acariciar el vicio con mi sombra.
Soy culpable también de todo:
¡soy un culpable muy feliz,
que de ningún verso se arrepiente!
Madrid, abril de 2003
(Del poemario inédito Rougeole)
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